OPINIÓN
Más allá del muro
Ese muro no es físico como fue el de Berlín y no podemos coleccionar trozos como «souvenir», pero existe
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Cuando cayó el Muro de Berlín, en el lado de la URSS, prácticamente sólo quedaban desolación y horror. Sin embargo, en el lado de la libertad, había un objetivo común: derribarlo. Países con intereses, a veces, muy distintos, se unieron para lograrlo. Curiosamente, un Papa ... nombrado una década atrás ayudó a que esas alianzas fueran más fluidas.
El mundo actual se enfrenta a retos distintos pero también muy determinantes. Los muros son ahora invisibles y digitales, pero también existen. El Papa recién elegido, León XIV, por su manera de ser, aparenta tener más capacidad de unir que de dividir frente a ellos. Y eso es lo que necesitamos.
Centrándonos en nuestra «Españita», a menor escala, pero sin que podamos quitar gravedad a la situación que vivimos aquí, también encontramos un «muro levantado». Ese muro no es físico como fue el de Berlín y no podemos coleccionar trozos como «souvenir», pero existe. Lo levantó, nada menos, que el Presidente del Gobierno en su investidura hace menos de dos años. En un ejercicio de conmigo o contra mí, poniendo en aparejo, en vez de bloques de hormigón, insultos y descalificaciones; decidió dejar de representar a millones de españoles y gobernar, no para ellos, sino contra ellos.
La información veraz que nos llega del lado que creó el muro, más allá de la propaganda gubernamental, es que, los escándalos, poco a poco, asfixian a quién está allí. Sin embargo, si preguntas a uno de los «habitantes» convencidos de la necesidad de que exista, casi siempre, cerrará filas y dirá que todo es maravilloso.
En cambio, en el lado castigado por el muro, a veces, se nos olvida lo importante. Nos enredamos, señalamos y apartamos a quien, aún teniendo el mismo objetivo que nosotros consideramos que se ha equivocado. Nos desanimamos repitiéndonos que el muro no caerá, siendo expertos en dudar de quién está más capacitado para guiarnos, mirando la paja en su ojo, olvidando las vigas en los nuestros.
Es decir, aunque queremos acabar con la división entre españoles, a veces, algunas de las cosas malas de las que intentamos que se pase página, saltan el muro y nos impregnan. La autocrítica es buena, pero la guerra cainita nunca lo será. Muchos pequeños golpes separados contra ese muro no son útiles, pero si concentramos todas las fuerzas en uno, éste sí puede conseguir derribarlo. Algunos parecen tener el camino claro, y saber cuál es la prioridad, sin embargo, otros no son conscientes del momento que vivimos. Si siguen sin verlo y siguen enredándose, que después no se quejen de por qué el muro no termina de caer.