Crónica y FOTOS 24 FOTOS
La Feria de El Puerto se despide entre cantes y promesas de transformación
La Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino se marcha dejando ecos de sevillanas, reencuentros y brindis, pero también señales claras de que el modelo necesita renovarse si quiere seguir latiendo con fuerza en el corazón de los portuenses
Ambiente veraniego en Las Banderas, que entra en su punto álgido
Así funciona el Punto Violeta en la Feria de El Puerto 2025
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La Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino enfila sus últimas horas en el recinto de Las Banderas. Lo hace con ese poso de nostalgia que acompaña siempre al adiós, y con la certeza de que habrá que esperar otro año —con la incertidumbre de si será en su fecha tradicional o, como en esta edición, a las puertas del verano— para volver a pisar el albero, brindar con fino y dejarse llevar por el duende de una de las fiestas más queridas por El Puerto de Santa María. Porque El Puerto es feriante. Lo lleva en la sangre. Y así vive y celebra su Feria: con pasión, alegría y una capacidad única para la hospitalidad.
El Lunes de Feria, declarado festivo local, es por entero del portuense. El Real se convierte en un espacio íntimo, de celebración compartida entre los de aquí, que apuran cada momento con la certeza de que lo bueno se acaba. En torno al mediodía se reencuentran familias, amigos que no se ven durante el año, compañeros que hacen de este día una suerte de Navidad en primavera. Un tiempo de abrazos sinceros, de conversaciones largas y de nostalgia anticipada.
A las diez de la noche, los fuegos artificiales pondrán el broche final a la edición de 2025, que arrancó días atrás bajo la atenta mirada del Toro de Osborne, faro simbólico de esta Feria, testigo de sus luces y de sus sombras.
Una Feria con necesidad de evolución
El balance de la Feria no puede limitarse a la cifra de visitantes o a la ocupación de casetas. La edición de 2025 deja una sensación cada vez más compartida entre caseteros, portuenses y visitantes: El Puerto necesita revisar en profundidad el modelo actual de Feria. No se trata de romper con la tradición, sino de impulsarla hacia el futuro con inteligencia, sensibilidad y sentido común.
Desde su traslado al recinto de Las Banderas en los años 80, la Feria apenas ha evolucionado en estructura, gestión o identidad. Las necesidades del siglo XXI no son las mismas, y el formato vigente muestra síntomas evidentes de agotamiento. Requiere una revisión integral que contemple, entre otras cuestiones, una gestión más eficaz, tasas más justas para caseteros —muchos de ellos entidades sin ánimo de lucro—, mejoras en accesibilidad, refuerzo en infraestructuras y una política cultural que refuerce su carácter distintivo.
El Puerto tiene potencial para contar con una de las mejores ferias del sur de Andalucía. Pero para lograrlo debe pasar de la complacencia a la ambición.
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Uno de los síntomas más evidentes de esa falta de planificación fue el estado del recinto en los días previos al encendido oficial. A escasas horas del alumbrado aún se veían operarios instalando estructuras, ajustando luces y retirando escombros a la vista de todos. La escena, más propia de una obra en curso que del arranque de una fiesta mayor, no estuvo a la altura de lo que merece una ciudad como El Puerto de Santa María.
El alumbrado, pese a ello, fue un éxito de asistencia y ambiente. Pero el descuido previo empañó la imagen del inicio. Una Feria de esta categoría no puede permitirse transmitir sensación de improvisación, desorden y falta de profesionalidad. La estética, la limpieza y la seguridad deben estar garantizadas desde el primer minuto. Especialmente en una jornada como la inaugural, donde se concentran las miradas y los focos de medios y visitantes.
Calendario
Celebrada este año entre mayo y junio, la Feria vuelve a tropezar con uno de sus grandes debates: su ubicación en el calendario. Desde hace años, la fiesta busca su sitio definitivo, entre el influjo de la Feria de Abril en Sevilla y la cercanía con Jerez. Esta edición, condicionada por un calendario adverso, ha vuelto a dividir opiniones.
A diferencia de años pasados marcados por la lluvia, en 2025 ha sido el calor el principal protagonista. Las temperaturas, más propias del inicio del verano que de la primavera, se hicieron notar desde el miércoles de Velada. Por la noche, el aire se tornó más soportable, pero la sensación térmica durante el día fue uno de los factores más comentados por los asistentes. La necesidad de adaptar horarios, reforzar sombras o habilitar zonas frescas será clave en futuras ediciones si se mantiene esta ubicación en el calendario.
No son pocas las casetas que decidieron hace año la instalación de aire acondicionado industrial para aliviar las altas temperaturas y hacer de la caseta un microclima más llevadero por el calor. La adaptación resulta primordial como elemento atractivo para un público cada vez más exigente y compensar el valor añadido.
Alerta
Durante el fin de semana, el Real ha vivido sus momentos más vibrantes. Miles de personas se han acercado a disfrutar de una fiesta abierta, acogedora y de ambiente familiar. Esa hospitalidad, reflejada en el carácter de las casetas —todas de libre acceso—, sigue siendo uno de los grandes valores de la Feria de El Puerto. Pero no basta con esa virtud para sostener su atractivo en el tiempo.
Preocupa, por ejemplo, el creciente protagonismo de músicas ajenas a la tradición. Las sevillanas, antaño omnipresentes, ceden terreno frente a estilos más modernos o éxitos del momento, que rompen con la estética del recinto y con el ambiente propio de una Feria andaluza. Lo que antes sonaba de madrugada, hoy lo hace a cualquier hora, con volúmenes que poco tienen que ver con la convivencia y que, además, chocan con las recomendaciones de accesibilidad sensorial para personas con trastornos del espectro autista.
También la imagen en los accesos ha cambiado. Zonas vacías, botellón entre los más jóvenes, residuos acumulados… Son signos de una transformación que, si no se aborda con responsabilidad, puede alterar la esencia de la celebración. El Real debe ser un espacio para el encuentro y la alegría compartida, no para la desidia o el descontrol.
La necesidad de actuar con visión y estrategia
La Feria de El Puerto necesita reencontrarse consigo misma. Con lo que fue, con lo que quiere ser. Y eso pasa por una revisión en profundidad de todos los aspectos: desde la organización logística hasta la proyección turística.
Urge recuperar la ilusión de los portuenses. Ofrecer facilidades reales a quienes quieren montar una caseta, rediseñar el recinto para hacerlo más cómodo, garantizar sombra, limpieza, seguridad y servicios, y cuidar los detalles: desde la estética de las calles hasta la oferta cultural complementaria. No basta con cinco folletos y dos informadores ocasionales: la Feria es la puerta de entrada de muchos visitantes a El Puerto, y debe ser también escaparate de su historia, su cultura y su carácter.
Entre las propuestas que se deberían considerar para relanzar la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino destacan medidas clave que permitirían reforzar su identidad, mejorar su gestión y adaptarla a los nuevos tiempos sin perder su esencia: estudiar con antelación una fecha consensuada que garantice buen clima y más participación, bajar sensiblemente las tasas de ocupación del suelo para las casetas, instalar una caseta oficial de información turística de forma estable, erradicar la música no feriante en horario principal, garantizar una planificación técnica con suficiente margen para evitar improvisaciones, incorporar medidas de sostenibilidad y eficiencia energética, y fomentar la implicación activa del tejido cultural y social de la ciudad. Porque si El Puerto quiere una Feria fuerte, viva y propia, es momento de actuar.
El Ayuntamiento tiene ahora, como cada Lunes de Feria, la oportunidad de hacer balance. Y debe hacerlo con humildad, autocrítica y ambición. En los próximos días se sabrá también qué ciudad será la homenajeada en 2026. Pero más allá del gesto simbólico, lo relevante es empezar desde ya a trabajar en una Feria que mire al futuro con orgullo y con vocación de excelencia.
Porque la Feria de El Puerto no puede —ni debe— conformarse con ser una más. Tiene historia, tiene personalidad, tiene argumentos. Solo necesita el impulso político, técnico y ciudadano que la devuelva al lugar que le corresponde. El Puerto no merece una verbena improvisada. Merece su Feria. Grande, cuidada, digna. Como siempre fue.
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