OPINIÓN
Los plomos
Nada de recibos impagados ni de plomos de quinta generación, un Gran Apagón en toda regla
En aquel barrio obrero, en aquellas humildes casas de vecindario, desde siempre, estaban acostumbrados a los cortes de luz. Nadie se extrañaba que, sin previo aviso, algún vecino, y a veces toda la vecindad, se quedaran a oscuras. A menudo la causa era un simple ... impago. Las vecinas, las verdaderas expertas en economía doméstica, estaban siempre pendientes de cual era el último día para acudir a la ventanilla a pagar la luz. Pero a veces surgían imprevistos. Entre las prioridades económicas de los exiguos sueldos estaban el alquiler del partidito, el ditero, el recibo de «los muertos», la luz y el agua. En otras ocasiones las causas del corte eran los plomos. Una sobrecarga de consumo hacía saltar y fundirse esos hilillos de cobre que, en una caja de porcelana blanca instalada en el contador, garantizaba que nadie se pasara más allá de la potencia contratada.
Ahora todo es distinto, dicen que mejor. Facturas ininteligibles con epígrafes eufemísticos que sólo sirven para engordar el total. Compañías eléctricas, que surgen como setas, y que nos bombardean con gangas que nunca se cumplen. Domiciliaciones de recibos que sólo sirven para el engorde de los beneficios bancarios. Dicen que estamos en la senda de las energías verdes y renovables, que podemos convertirnos, desde nuestros hogares, en productores de energías limpias, y que además de ahorrar podemos cuidar del planeta y obtener pingües beneficios. Atrás quedaron las energías sucias y contaminantes. Nuestra huella de carbono va a ser imperceptible. Pues ahora, en la Península Ibérica, con sus cerca de sesenta millones de habitantes, en cinco misteriosos segundos se quedó a oscuras. Nada de recibos impagados ni de plomos de quinta generación, un Gran Apagón en toda regla. La complejidad de la Red Eléctrica de nuestro país, las diversas fuentes productoras de energía eléctrica y el entramado de empresas productoras y comercializadoras, hacen difícil que lleguemos a saber exactamente qué pasó. Lo que sí es preocupante es que sin saber con claridad la causa difícilmente podremos tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. En la era de la Inteligencia Artificial nos enfrentamos a la época de la Chapuza Auténtica. Lo encomiable la civilizada respuesta de un país entero que en todo momento estuvo a la altura de las circunstancias. Dicen que un país tiene los gobernantes que se merece. Lo que no esta claro es que si nuestros gobernantes se merecen la ciudadanía que gobiernan. ¡España un país para vivirlo!